Cuando se trata de cuidar tus plantas de interior, regar es posiblemente una de las tareas más importantes. Sin embargo, es fácil cometer errores que pueden provocar la muerte de tus plantas. ¡Aquí hay algunos errores comunes que debes evitar al regar tus plantas!
Regar con demasiada frecuencia
Si riegas tus plantas con demasiada frecuencia, puedes provocar diversos problemas que pueden afectar su salud y crecimiento.
Demasiada agua puede causar pudrición de las raíces y fomentar el crecimiento de bacterias y hongos, mientras que muy poca agua puede debilitar las plantas y reducir su crecimiento. Por tanto, es importante encontrar un equilibrio regando con regularidad, pero no con demasiada frecuencia. El requerimiento de agua de las plantas depende de muchos factores, como el tipo de planta, el tamaño de la planta, la exposición al sol, el tipo de suelo y las condiciones climáticas.
Asegúrese de revisar la tierra con regularidad para asegurarse de que no esté demasiado húmeda. Para evitar el exceso de riego, existen varios consejos para regular el riego de forma independiente como oyas.
Regar con agua demasiado caliente o demasiado fría
Regar tus plantas con agua demasiado caliente o demasiado fría puede afectar su salud y crecimiento. Hay varias razones por las que es fundamental regar tus plantas con agua a temperatura ambiente. Si el agua no está a temperatura ambiente, esto puede provocar un choque térmico y dañar tus plantas. A una temperatura demasiado alta, el agua puede dañar las raíces deteriorando las células que las componen, lo que puede provocar la muerte de la planta. En cuanto al agua fría, puede ralentizar el crecimiento de las plantas al reducir su tasa de fotosíntesis, pero también puede enfriar el suelo y dificultar que las raíces de las plantas absorban los nutrientes. Por tanto, la planta corre el riesgo de tener un desarrollo más lento y una planta menos vigorosa.
Si no está seguro de la temperatura del agua, puede probarla (con cuidado) sumergiendo la mano o el dedo en ella. Si el agua es cómoda, debería ser buena para tus plantas.
Regar las hojas en lugar de la tierra
Es tentador regar las hojas de tus plantas, especialmente si parecen secas y amarillentas. Sin embargo, es importante recordar regar la tierra de tus plantas.
El agua estancada sobre las hojas puede hacerlas suaves y frágiles, lo que puede hacer que se caigan y debiliten la planta. El agua sobre las hojas también puede atraer plagas como babosas y caracoles, que pueden dañar las plantas. Finalmente, el agua caliente sobre las hojas puede provocar quemaduras y dañar las células de la planta, lo que puede provocar la pérdida de follaje y un menor crecimiento de la planta. Por lo tanto, es importante asegurarse de que el agua llegue al suelo al regar las plantas.
Las raíces de tus plantas son su principal medio para absorber el agua y los nutrientes que necesitan. Si solo riegas las hojas, corres el riesgo de dejar las raíces secas y causar daños irreversibles a tu planta.
Agua con agua clorada
No se recomienda regar las plantas con agua clorada porque el cloro puede ser perjudicial para algunas plantas. El cloro se usa en el agua del grifo para desinfectar el agua y matar bacterias y otros microorganismos no deseados. Sin embargo, también puede matar microorganismos beneficiosos en el suelo, lo que puede afectar la salud de las plantas.
El cloro también puede irritar las hojas y raíces de las plantas, lo que puede provocar la pérdida de follaje y un crecimiento reducido de las plantas. Además, el cloro puede reaccionar con otros elementos del suelo, como el hierro y el manganeso, lo que puede provocar la decoloración de las hojas y el debilitamiento de la planta.
Si usas agua del grifo para regar tus plantas, déjala reposar unas horas antes de usarla. El cloro se evaporará y el agua será más segura para tus plantas ;)
Agua demasiado dura o demasiado ligera
Regar demasiado puede impedir que el agua se infiltre en el suelo y llegue a las raíces. Regar muy poco puede no hidratar adecuadamente las plantas. Por tanto, es importante encontrar un caudal de agua adecuado que permita que el agua se infiltre en el suelo y llegue a las raíces sin ser demasiado violenta. Puedes utilizar una manguera de goteo o un aspersor para obtener un flujo de agua constante y moderado.
¡Tus plantas de interior prosperarán y podrás disfrutar de su belleza durante mucho tiempo!